Un telescopio retrata la superficie y la atmósfera de Antares, una gigante roja que se aproxima a su muerte.
Si Antares estuviese en el centro del Sistema Solar, Mercurio, Venus, la Tierra y Marte estarían en su interior. Abrasados. Esta gigante roja 700 veces mayor que el Sol es una de las estrellas más grandes que se conocen y también una de las más brillantes que se ven a simple vista en el cielo nocturno.
Ahora, dos astrónomos han sido los primeros en obtener una imagen nítida de la superficie de Antares y su atmósfera. «Esta es la mejor imagen de una estrella, su superficie y su atmósfera que se ha obtenido más allá del Sol», explica Keiichi Ohnaka, del Instituto de Astronomía de la Universidad Católica del Norte, en Chile.
Junto a dos colegas del Instituto Max Planck de Astronomía, en Alemania, Ohnaka apuntó hacia a Antares con el VLT, el observatorio óptico más sofisticado del mundo. Sus cuatro telescopios principales más los auxiliares pueden unirse para componer un telescopio virtual de 200 metros de diámetro. Esto ha permitido realizar una imagen compuesta de la gigante roja, que está en la última parte de su vida antes de estallar en una espectacular supernova.
«Hemos observado que la atmósfera de esta estrella es mucho mayor de lo que predecían los modelos», explica Ohnaka. «Su límite exterior alcanza unas dos veces el radio de la estrella. Esta está compuesta por nubes de gases a temperaturas de unos 2.000 grados que se mueven muy rápido, a unos 20 kilómetros por segundo». Al contrario de lo que se pensaba, el movimiento de estos gases no se explica por procesos de convección similares a los que dominan en la atmósfera terrestre, sino que debe haber otro proceso aún desconocido que explique este comportamiento de estrellas gigantes y moribundas como Antares.
Los ha informado el Observatorio Austral Europeo. Los astrónomos señalan que este trabajo abre la posibilidad de estudiar otros astros con un nivel de detalle que, hasta ahora, solo se podía aplicar al Sol. Comparativamente es un salto de gigante. Viajando a la velocidad de la luz tardaríamos ocho minutos en llegar al Sol. Para alcanzar Antares tardaríamos más de seis siglos.
Nadie sabe cuándo explotará Antares. Ohnaka dice que no será mañana, ni dentro de un año, pues el ritmo al que la estrella está perdiendo parte de su masa e inflándose al mismo tiempo es «todavía relativamente tranquilo». No obstante esta es una de las principales candidatas en nuestra galaxia a producir la próxima gran supernova. La explosión de esta estrella podría suceder en unos 100.000 años, señala Ohnaka. Sería tan potente que en la Tierra veríamos en el cielo «un puntito de luz muy brillante incluso de día».
Fuente: mundooculto.es