Debido a una fuerte tormenta que se desató de repente y duró varios minutos, un gatito llamado Ginger Biscuit, terminó siendo arrastrado hasta un desagüe pluvial, en donde corría peligro su vida si no era rescatado a tiempo.
Este gatito, de un bonito color naranja, parecía de pocas semanas de vida, estaba solo y asustado, pero por suerte fue encontrado por una persona que lo sacó de esa zanja y lo llevó a un lugar más seguro: el Greenside Animal Hospital.
A simple vista no parecía que estuviera lesionado, pero sí lucía exhausto y con hambre. Los veterinarios calcularon que tenía alrededor de 8 a 10 semanas de vida, por lo que era fundamental que le dieran los cuidados básicos, como una cama cálida para descansar y alimento.
© Foto: Greenside Animal Hospital
Así decidieron llevarlo a la sala de aislamiento, un lugar donde acomodan a los animales que necesitan simplemente reponerse de alguna lesión y para ello los colocan en jaulas grandes y cómodas con mantas y comida.
El gatito, al que en este lugar llamaron Ginger, estaba un poco desconfiado de los seres humanos y no parecía sentirse del todo cómodo en ese lugar. Por lo menos, durante los primeros días. Ya que luego todo cambiaría.
Los veterinarios que lo cuidaban lo describieron como un gatito con algo de timidez, pero con mucha dulzura. No dudaron en que simplemente le faltaba un poco de amor y confianza para relajarse. Y efectivamente así fue.
© Foto: Greenside Animal Hospital
Los veterinarios Viljoen y Greube, estaban convencidos de que en pocas semanas el gatito estaría fuerte, ya que se ponía contento cuando le llevaban comida, y al ser tan joven, seguramente comenzaría a mostrar en poco tiempo su curiosidad y su costado divertido.
Por otra parte, y en la misma sala de aislamiento, también se encontraba una perra llamada Anne, la que fue encontrada abandonada en un club deportivo. Cuando llegó a Greenside Animal Hospital, lucía débil, llena de garrapatas y pulgas. Al igual que Ginger, necesitaba algunas semanas para reponerse.
© Foto: Greenside Animal Hospital
Justamente, el gato y la perra compartían la misma sala de aislamiento, aunque con sus jaulas en dos puntas opuestas. Sin embargo, sería una gran sorpresa para el personal de este hospital animal ingresar a la sala y no encontrar al gatito. Miraron por todos lados y no estaba. Hasta que por fin lo encontraron en la jaula de Anne.
Ginger no estaba en ningún peligro, simplemente estaba acurrucado en el cuerpo de Anne, descansando, mientras la perra hacía lo mismo. Si bien el personal sabía que no tendrían problemas porque Anne era muy pacífica, de todas formas, como precaución, llevaron a Ginger nuevamente a su jaula.
© Foto: Greenside Animal Hospital
En los días siguientes volvió a suceder lo mismo: durante la noche Ginger atravesaba su jaula y se iba a acurrucar con Anne. Al ver que se llevaban muy bien, decidieron dejar a ambos animales en la misma jaula. Y parece que no se equivocaron, ya que son grandes amigos, se apoyan mutuamente, se dan energías para recuperarse y no faltará mucho para que sean adoptados y comenzar una nueva vida.
fuente: bestvice.com