El universo está plagado de agujeros negros supermasivos que en realidad podrían ser agujeros de gusano o túneles que comunican con universos paralelos, según una hipótesis que adquiere fuerza entre los astrofísicos.
Podríamos desenmascararlos de varias formas, una de ellas midiendo la influencia gravitatoria que estaríamos recibiendo de estrellas situadas en un universo paralelo.
No tenemos que ir muy lejos para comprobarlo: en el centro de nuestra galaxia podría ocultarse un enorme agujero de gusano situado entre dos universos paralelos, según una reciente investigación.
Los agujeros de gusano son una vieja idea de la relatividad general: objetos hipotéticos que conectarían dos regiones diferentes del espacio-tiempo.
Atajos en el tiempo
Son como atajos a través de los cuales sería posible viajar al instante a galaxias lejanas o a un remoto pasado, una especulación astrofísica que tiene más de 60 años.
Lo que sabemos a ciencia cierta es que nuestra galaxia acoge una fuente de emisión de radio compleja llamada Sagitario A, de la que forma parte Sagitario A*, descubierto en 1974.
Dentro de Sagitario A* se ha detectado la presencia de un agujero negro supermasivo, situado a 26.000 años luz del Sistema Solar, considerado la mayor evidencia de que agujeros negros con una masa del orden de millones de masas solares, realmente existen.
Lo que plantean algunos astrofísicos es que ese agujero negro supermasivo podría ser en realidad un agujero de gusano.
Si eso es así, podría significar que otros agujeros negros identificados por los astrónomos, serían también agujeros de gusano: el cosmos podría estar repleto de túneles a otros universos.
Que Sagitario A* contiene un agujero negro supermasivo se dedujo de las órbitas estelares en el centro galáctico: sugieren que la concentración de una masa de 4 millones de masas solares en el centro de la Vía Láctea debe ser un agujero negro.
¿Agujero de gusano en casa?
La nueva interpretación de este fenómeno ha sido planteada por Dejan Stojkovic de la Universidad de Buffalo (EE. UU.) y De-Chang Dai, de la Universidad de Yangzhou: han esbozado un método para averiguar si un agujero negro es en realidad un agujero de gusano.
Según este método, publicado en Physical Review D, los anómalos movimientos de estrellas cercanas a Sagitario A* no pueden explicarse por la dinámica de los agujeros negros, sino más bien por campos generados en un agujero de gusano y por estrellas de otro universo alternativo, que influyen en este túnel espaciotemporal.
Los investigadores plantean que, si esto es así, podría medirse el movimiento de las estrellas que se produce en torno a Sagitario A* y detectar el efecto gravitacional que ejercen sobre ellas las estrellas situadas en el universo paralelo.
Más posibilidades
La idea propuesta en 2019 por Stojkovic De-Chang Dai no ha pasado desapercibida.
Una nueva investigación, publicada en noviembre pasado en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, sugiere que, efectivamente, los núcleos galácticos activos son puertas de agujeros de gusano, en lugar de agujeros negros supermasivos.
Los autores de esta propuesta, pertenecientes al Observatorio Astronómico Central de Pulkovo, en San Petersburgo (Rusia), proponen seguir otra pista para desenmascararlos.
Si los agujeros negros supermasivos son en realidad agujeros de gusano, pueden emitir radiación gamma cuando se producen colisiones en su interior.
Esa radiación sería muy diferente a la que emiten los agujeros negros supermasivos, por lo que observarla sería la evidencia de que en realidad son túneles espaciotemporales repartidos por todo el universo.
Lleno de agujeros
Hasta ahora sabemos que los agujeros negros supermasivos existen en al menos un puñado de galaxias: por ejemplo, en la galaxia de Andrómeda, situada a 2,5 millones de años-luz de distancia, existe también un agujero negro central que es significativamente mayor que el de la Vía Láctea.
El mayor agujero negro supermasivo situado en los alrededores de la Vía Láctea es el de la galaxia elíptica M87, a una distancia de 53,5 millones de años luz, aunque la galaxia elíptica NGC supergigante 4889, dispone de otro enorme agujero negro, a una distancia de 336 millones de años-luz de distancia.
Ya fuera de la Vía Láctea y sus alrededores, se cree que el agujero negro supermasivo más grande del universo se encuentra en TON 618, un cuásar de la constelación Canes Venatici.
Tendría 66 mil millones de masas solares, pero es posible que exista todavía otro de dimensiones colosales (todavía no confirmado): 196 mil millones de veces la masa de nuestro sol.
¿Revolución científica en puertas?
Ese monstruo estaría en el cuásar SDSS J0100+2802, situado cerca de la frontera de las constelaciones Piscis y Andrómeda, a 12.000 millones de años luz de la Tierra.
Cuesta imaginar que todos estos misterios cósmicos sean túneles a otros universos paralelos. Podríamos confirmarlo en una década, destaca ScientificAmerican.
Si esto es realmente así, estaríamos a las puertas de una gran revolución científica, aunque hay que tener en cuenta que estas interpretaciones sobre lo que son o no son los agujeros negros supermasivos, podrían no ser las únicas. Además, si existen realmente los agujeros de gusano, los astrofísicos dudan mucho que sean transitables para personas. No nos hagamos muchas ilusiones.