Recientemente, un grupo de astrónomos británicos han sugerido que la atmósfera superior de las enanas marrones – objetos subestelares – podría albergar vida, según un artículo publicado en el sitio arXiv.org.
«Para que se origine la vida no hace falta disponer de planetas similares a la Tierra con una superficie sólida. Ya en 1976, Carl Sagan sugirió que en la atmósfera superior de los gigantes gaseosos podrían existir bestias atmosféricas —organismos ‘velas’ y organismos ‘bolsas de aire’—, que se alimentarían de energía solar y flotarían en flujos que emanan de las capas profundas del planeta», afirmó Jack Yates, de la Universidad de Edimburgo (Escocia).
Las primeras enanas marrones fueron descubiertas en 1995. Los astrónomos denominan así a los objetos subestelares, un cuerpo intermedio entre las estrellas y los planetas. El peso de estos astros ‘fallidos’ —tienen menos del 7% de la masa del Sol— es demasiado reducido como para albergar reacciones nucleares en su seno. Por lo tanto, las enanas marrones van apagándose y enfriándose poco a poco.
En los últimos años, los científicos han descubierto una serie de características inusuales de las enanas marrones, como la presencia de climas en ellas y ‘nubes’ de plomo y minerales. Estas y otras propiedades hacen que muchos astrónomos crean que, en realidad, no son estrellas sino planetas muy grandes.
Según Yates, en 2013, los astrónomos descubrieron una enana marrón inusual: una estrella ‘fallida’ extremadamente fría llamada WISE 0855, en la constelación de Hidra. Este año, los científicos han revelado que su superficie y atmósfera albergan densas nubes de agua y otros fenómenos más característicos de planetas que de estrellas.Además, resultó que la atmósfera de las enanas marrones contiene todos los “elementos [necesarios] para la vida”, excepto el fósforo, es decir, que sí que disponen de oxígeno, hidrógeno, carbono y nitrógeno.
Yates y sus colegas sugirieron que estas estrellas también podrían albergar formas de vida similares a las bestias atmosféricas descritas por Carl Sagan. Los especialistas usaron las fórmulas e ideas del gran científico estadounidense para comprobar si su hipótesis era posible. Los seguidores británicos de Sagan querían averiguar cuál sería el tamaño máximo y mínimo de los organismos ‘residentes’ en las atmósferas de estrellas ‘fallidas’ para que estos no cayeran a las capas inferiores de la atmósfera ni se perdieran en el espacio.
Los cálculos mostraron que en caso de ausencia de corrientes de aire ascendentes de las capas profundas de las enanas marrones, en su atmósfera podría haber microbios, cuyo tamaño sería aproximadamente 10 veces menor al de las bacterias terrestres.
Sin embargo, si en las atmósferas de las enanas marrones hubiera fuertes corrientes ascendentes, como en Júpiter y Saturno, en sus atmósferas podrían existir criaturas más grandes, como las descritas por Sagan. Por lo tanto, los científicos llegaron a la conclusión de que la vida en las atmósferas de las estrellas ‘fallidas’ sí que puede existir.
El estudio ha sido publicado en arXiv.org
Fuente: mundooculto.es